Me enteré hace unos días de su partida, un gran médico si duda alguna, amigo y confidente. Hoy a mis 39 años además de ser mi pediatra y médico de cabecera agradezco todas y cada una de sus palabras enseñanzas y delicadezas. Donde esté deseo de corazón que siga vi esa sonrisa única y esa sabiduría ancestral. Con mucho cariño. Antonio Ortiz Garro
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